¡Vamos!

Endúlzame de luto el café, perdóname las plumas despeinadas, olvídate del semen que no fue, perfúmame la razón, mátame de risa.

Súbete a los tacones del tedio, haz girar la falda de la indiferencia, ponte la corbata de la ceguera y el moño del quizá. Bebe sangre, es lo único que hay.

Grita que el pulmón es pasajero y el orgasmo sí se acaba, ama que el amor es un ciclista en la autopista y su perfume lo vende el carnicero.

Continúa el coitus interruptus, hornea las lechugas taciturnas, ponle pica-pica a la sotana. Que se desenfade el look y se desnude el hueso.

Sacúdete la mancha del olvido, da marcha atrás al desconsuelo, límpiame el talco de la cara, aviva el avispero con espuma, harta espuma.

Que se pudra el corazón que no lata, que taladren el ojo de tus celos, que vuele en pedazos el muro de tu indolencia, que se caiga el cielo.

Inunda de olas tu cabeza, jamás entierres las lágrimas con los muertos, desayuna con el vino de anoche y licúalo con chocolate, por si acaso.

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